Luz y vida
- Lola R
- 27 may
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Ya va un poco más de un año de aquella cirugía que me cambió la vida, que me sacó del túnel de la muerte y me devolvió a este plano… y nada de eso lo digo con exageración. Así lo sentía y lo vivía.
Durante estos meses he ido viendo, lentamente, como mi cuerpo regresa a lo que fue… O, al menos, a algo bastante parecido. Porque las marcas que dejó la condición son profundas… Pero cada día me siento más yo.
El proceso de volverme yo misma y buscar mi propia ruta, como dijo Julia; se mezcla con el diario vivir y no me doy cuenta.
El cambio pasa y no lo veo. Hasta que un día, de repente, me miro en el espejo y no me reconozco. Soy otra.
Me veo feliz.
Me veo saludable.
No tengo sueño.
No estoy cansada.
No me pesa la vida.
No me quiero morir.
No tengo miedo a morirme.
Así pasan los días. Con pequeñas victorias que nadie reconoce porque ni yo misma las puedo reconocer. Son tantas. Porque entre medicinas y hormonas y estudios y tratamientos; se me olvidó ser yo.
Conversaba con una amiga y de repente me dice que la luz y la vida habían regresado a mis ojos… Les confieso que eso ha sido lo más lindo que me han dicho en esta vida.
Es la reinvindicación de que hice lo correcto con aquella cirugía “radical”. La luz y la vida regresaron a mí. No sé cuándo o cómo o en qué momento. Sí sé cuándo las perdí y por cuánto tiempo. Tanto que había olvidado lo que era tenerlas
“Lory, estás radiante.” Me dijo mi prima. Pero eso es porque estabamos en medio de un party y todos estábamos felices. Porque nunca había pensado en poner la palabra radiante en la misma oración con mi nombre. O para describirme. Pero ese día llegó.
Con esto, les digo a mis amigos en procesos difíciles, en enfermedad, a los que buscan la luz… También a aquellos que no conozco pero me leen…, que todo pasa. Todo mejora.
La luz y la vida regresan a los ojos y al alma; y los días malos no son eternos.