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La tribu

  • Foto del escritor: Lola R
    Lola R
  • hace 2 días
  • 3 Min. de lectura

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Hablar con los amigos es la mejor terapia. Es ese espacio seguro y sagrado que sabes que te reconforta, te nutre. También te sostiene. Te da ánimo y, muchas veces, te guía en el camino correcto. De vez en cuando apoyan tus pecaditos… y hacemos chistes sobre ellos. 


En ocasiones, esas charlas con las amigas es lo único que necesitamos para continuar. Para seguir con el día a día, la rutina, la vida. La eterna espera. 


Ayer estaba hablando con una amiga de lo irónica (e injusta) que a veces puede ser  la vida. Entre las margaritas y las risas y las celebraciones, hablamos largo y tendido de lo que, a veces, no entendemos de la vida (o el destino, o el universo o los planes de Dios). 


Específicamente hablamos de cuando pides algo con todas tus fuerzas, con todo tu ser y con toda tu alma. Probablemente pasaste años pidiendo, deseando, orando por eso y cuando llega y se materializa, no lo puedes tener. No lo puedes alcanzar. No es para ti. No es el tiempo. Veinte cosas más.


Aparece en tu vida como un espejismo, como si la vida quisiera que vieras como sería todo si fuera para ti... Pero no. No será. Hablamos de no entender los procesos o el por qué. El no entender por qué unos sí y otros no. No entender, sencillamente, porque las cosas pasan como pasan y las que no.


Una querida amiga siempre dice que lo que no aprendemos se repite y que “eso” vuelve a nuestra vida, de una manera u otra hasta que aprendamos la lección. Me pregunto si eso que se repite en nuestras vidas son los pensamientos constantes sobre por qué las cosas pasan o no, porque unos sí y otros no. En vez de aceptar o entender que, tal vez y seguramente, todo es parte del plan de vida del universo o de Dios o del destino. 


Que tal vez, el día que dejemos de pensar así todo se resolverá. ¿Me entienden?

 

Esa misma amiga me dijo una vez que yo tenía que entender que las cosas buenas también me pasaban a mí. Que tenía que entenderlo y aceptarlo y todo lo demás. Hoy me tocó recordárselo a otra amiga. 


Con la vida y la prisa y el apuro constante se nos olvida que nos merecemos todo lo bueno que nos pasa. Y sí, es cierto, puede que se nos olvide o dudemos de merecer lo bueno. En ocasiones estamos tan acostumbrados a sobrevivir que cuando vemos la vida y las circunstancias cambiar para bien, dudamos. De vez en cuando lo que es too good to be true lo es.


Lo bueno es tener gente a nuestro lado que nos motive y nos escuche y nos empuje a buscar lo mejor, a dar el máximo. Esa tribu que se sienta a escucharte llorar y después te anima a salir al sol. Hay muchas maneras de estar y de apoyar.


Hace unas semanas un amigo me dijo que por qué no tenía un podcast conectado al blog, que con las cosas que publicaba bien podría ser exitoso. Lo que él no sabía era que, cuando empecé con este blog el podcast estaba en el plan. Incluso compré todo el equipo y llegué a hacer par de episodios.


Nunca los publiqué por el frío olímpico que me dio. Además, hablé hasta por los codos en esas grabaciones, porque como bien saben los que me conocen yo no me callo. 


Pero ese amigo me devolvió el deseo de hacerlo, aunque hay como que mucho podcast por ahí… No sé. Vamos a ver si en el 2026 lo hacemos. Si no, al menos sé que mis amigos estarán para apoyar y animar el intento y la idea. 


Pero de eso se trata la amistad. De estar y de apoyar. Soy bien bendecida porque tengo amigos maravillosos. La que me siguió en la loquera momentánea de hacer el Lola Challenge, la que está dispuesta siempre a probar mis recetas de pan. Los amigos que siempre me leen, los que hacen mis recetas. Aquellos que me escuchan, una y otra vez, sobre las mismas cosas. Los que me leen la cartilla y me alientan a salir de mi safe zone. Todos son importantes. Todos son necesarios. 


La responsabilidad que tenemos como individuos al construir esa tribu que estará ahí para nosotros. La importancia de respetarla y la importancia de estar. De ser esa tribu que otros necesitan. Aunque estemos cerca o lejos, la presencia se siente y nos ayuda. 


Y aunque no sé si la vida nos dará todo lo que queremos. Y aunque no sé si las oraciones se harán realidad. Y, aunque a veces dude de merecer lo bueno que llega, sé que mi tribu no me dejará olvidar que sí merecemos todo eso bueno.

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