La residencia
- Lola R
- hace 2 días
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Hay una frase de la canción Nuevayol de Bad Bunny que dice: Tengo el campeonato, nadie me lo quita. Me encanta.
Benito tiene el campeonato. Les guste o no.
El año pasado, un ex alumno me escribió para decirme que venían cosas interesantes de Benito. Que obviamente, por confidencialidad, no podía darme detalles. Más allá de que llevaban mucho tiempo trabajando en “eso” y que en verano estuviera con la agenda disponible. No sé qué pensé en ese momento pero nada de lo que pude imaginar supera a la realidad.
Cuando anunciaron la venta de boletos yo fui bien boba porque pude, fácilmente, faltar al trabajo e irme a hacer la fila. Pero pues… ¿responsabilidad? Usé todos los emails que tengo para poder estar en el sorteo de los códigos. Todos. Con la esperanza de lograr acceso y comprar los boletos.
El día llegó. La hora llegó. Pero el código no. No llegó ni por error. No sé ni cómo explicar el bajón que sentí. Recuerdo que a eso de las 12:30 del mediodía me fui a comprar un café para matar la pena. Estando en la fila del Don Juan para comprar el café, me llegó el email con el código. Corrí al Laboratorio.
Justo en el momento que regreso, todo el trabajo llegó a la vez. De cantazo. No miré a nadie. Estaba laser focus en las instrucciones para los boletos. El rush de un viernes a la 1 de la tarde lo sentía en el pecho.
El sistema te llevaba directamente a los boletos disponibles. Ni miré. Compré la cantidad máxima posible. Grité. Estoy segura que mis compañeros pensaron que estaba loca o pasando por una crisis. Algo. Pero yo tenía mis taquillas, nada importaba.
Esa tarde pasé otro rato conectando amigos que tenían boletos extras con otros amigos que estaban buscando. Porque de eso se trata. Del sentido de comunidad que se sentía. Al menos en mi círculo.

Después de meses de espera llegó el día de mi concierto y aunque dije que no iba a escribir más sobre Benito, se me hace imposible no hacerlo. Todas las emociones que ha generado y despertado. Los análisis. Desde lo profundo hasta lo simplista. Todas las emociones de esa noche hay que compartirlas.
Mientras esperaba por mis amigas en el pasillo del Choli pensé: Me siento en una Noche Puertorriqueña en ASJ… en todo el buen sentido. En el ambiente se sentía la alegría, la vibra, la felicidad y camaradería que, a veces, pienso que hemos perdido. La emoción de saber que ya había llegado el momento.
Yo no tenía expectativas. Lo más importante para mí era tomarme la foto que quería con la cámara y gracias a mi amiga Diana, que siempre se presta para mis producciones en cuanto a las fotos, salió. Lo demás era gozar y pasarla bien. También tenía una lista de gente que no quería que fueran los invitados pero eso es otra historia. Realmente no sabía qué esperar más allá de que la inmensa mayoría de la gente salió feliz, contenta, complacida.
Una vez en mi silla, comencé a hablar con la gente que estaba en la misma fila. Dos chicas de Miami que viajaron a PR para el concierto. Llevaban varios días en la isla y estaban enamoradas. Me contaron todo lo que hicieron y que lo mejor era lo “nice and welcoming” de la gente. Que necesitaban regresar porque quedaron enamoradas de Culebra. Vi a otras dos chicas con banderas de Suriname y un muchacho con la bandera de México.
Empezó el concierto y por las siguientes tres horas nos mantuvimos de pie, cantando, bailando, pasándola cabrón. Hasta dos o tres lagrimitas se me salieron cuando habló de lo difícil que es cuando nos tenemos que ir de la isla. Nos reímos. Nos abrazamos. Hasta me caí. De la única manera en la que puedo describir esa noche es: irrepetible.
La forma en la que Bad Bunny logra cautivar a la gente y su atención en el show debe ser su carisma, su ángel, tal vez lo accesible que se ve. Natural. Como si fuera uno más del barrio. Allí había gente de todas las edades bailando y cantando. Sí, porque las doñitas que estaban frente a mí cantaron todas las canciones. Cantaron más que yo.
Todo el andamiaje que se construyó alrededor de la residencia ayudó a la emoción y expectativa. Desde el jangueo en las afueras del Choli hasta qué nos ponemos para el concierto. Jamás había pasado tanto trabajo buscando un outfit para un concierto. Quería estar cómoda para bailar pero también en sintonía con el theme… La flor, la pava, las camisetas de Puerto Rico… los colores. It was a vibe.
A pesar de las críticas y los detractores, le agradezco a Benito y a su equipo de trabajo por habernos regalado este evento. Porque por unos días y unas horas nos olvidamos de todo lo que está pasando. Despejamos la mente con algo positivo que nos regaló un chin de esperanza.
Esa expectativa que nos acelera el corazón y nos pinta una sonrisa en la cara. Esa emoción de saber que, aunque no sabes qué esperar, tienes la certeza de que lo vamos a disfrutar. Esos abrazos cuando te encuentras con tus amigos. La foto que te ofreces a tomar. Las conversaciones con los desconocidos. Decir algo bonito sobre el outfit de alguien. Por unas horas pudimos desconectarnos de la gris realidad y disfrutar a conciencia. Porque como bien dijo Benito al final del show: No sabemos lo que va a pasar mañana. Cante, ame y disfrute. El amor va a ser siempre la mejor opción de todas las que tengas.
Mi consejo para los que se niegan a seguirlo, escucharlo o a darle una oportunidad, los que continúan minimizando lo que hace: a veces tenemos que dejar los prejuicios a un lado, y disfrutar las cosas por lo que son. Aprender a ver lo que tenemos frente a nosotros desde otra perspectiva y saber apreciar el arte que nos es desconocido.
PD: el muchacho que está con la cámara siguiendo a Benito durante todo el concierto merece un premio…