Fuerte
- Lola R
- 1 ago
- 3 Min. de lectura

Uno de los “you’re strong, you got this” que tengo tatuado en mi mente fue cuando, acostada en la camilla, mi doctora puso su mano en mi rodilla y me lo dijo. Estaba próxima a hacerme una biopsia para ver si era o no cáncer. Era como la tercera en dos meses y yo estaba hastiada. No quería ser fuerte. Tenía miedo de lo que podría pasar. Estaba asustada.
Cansada.
Drenada.
Cuando me dijo eso, me mordí los labios tan fuerte que me saqué sangre de uno. Lloré en silencio pero no dije nada.
Cuando terminó el procedimiento, sentía como si estuviera hueca por dentro.
Sin emociones.
Sin fuerzas.
Una amiga me estaba esperando en la sala de espera para acompañarme en el viaje de Manhattan a Hoboken y para estar el resto del día conmigo.
Just in case.
No era cáncer.
Amén.
Les hago este cuento porque la frase de “eres fuerte, tú puedes, tú puedes con esto” la escuchamos tan a menudo que, a veces, cansa. Al menos, a mí.
¿Qué pasa si quiero ser débil por un minuto y llorar? ¿Tan malo sería que llore, grite y rompa algo por la forma en la que me siento?
¿Es realmente necesario decirnos “eres fuerte, puedes con esto” y continuar sin dejar salir las emociones? ¿El sentimiento? ¿La rabia? ¿Cómo pueden decir y sentir las cosas sin llorar? Necesito que me expliquen.
Por otro lado, si las dejamos salir somos emocionales, intensas, lloronas… débiles. En fin, veinte cosas más que podrías escuchar.
Yo siempre tengo que escuchar el “es que tú lloras por todo”… Pues sí. Yo lloro por todo y rapidito. Estoy feliz, lloro. De pena y tristeza, lloro. De risa, un llantén. De rabia, un mar de lágrimas… y aunque siempre digo que no quiero llorar, lloro igual. No lo puedo evitar. Es como si las lágrimas estuvieran esperando el momento para salir disparadas y aunque las palabras se me dan muy bien, a veces se ahogan con las lágrimas. Ellas se encargan de decir lo que de otra manera no puedo.
Hoy, después de una muy, muy, muy mala mañana; hablaba con una compañera de trabajo sobre cómo iba el día. Me comenta que admira lo fuerte que soy. Que hago lo que quiero, que digo lo que pienso. Que vivo la vida a mi manera. Que voy sola a dónde quiero y con quién quiero. Que me atrevo a viajar sola…
Lloré más. Porque jamás habría esperado escuchar eso de ella, ella es bien joven y pensaba que no se fijaba en esas cosas. Fallé. Me dio tremenda lección.
Yo allí, siendo vulnerable, sintiéndome débil y hasta tonta. Porque siento las cosas muy profundamente… Hablar con ella fue refrescante. Siempre digo que es bueno que la gente sea vea a través de los ojos de los demás. Que sepan lo bonito que significas en las vidas de otros. Casi nunca me pongo en la situación de ser yo quieren recibe las flores. Y sí, es bonito ver lo bueno de uno a través de tus amigos.
Así que, tal vez, ser 'débil' de vez en cuando es necesario para purificar con lágrimas lo que no podemos purificar con fuego.
Yo no quiero dejar de sentir a profundidad mis emociones porque entonces no sería yo. Ni podría escribir. Ni pensar como pienso. Ni actuar como actúo. Sería otra persona. Sería otra mujer.
Y aunque sé que soy y puedo ser fuerte, no quiero soltar mi vulnerabilidad.





