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Bodas, diáspora y más



El campo en Trujillo con vista a San Juan.
El campo en Trujillo con vista a San Juan.

Mi primito se casa en unas horas y yo aún no puedo comprender cómo es que Pipo se casa ya… porque para mí todavía tiene como 16 años. Y aunque es todo un hombre hecho y derecho, un excelente hijo, hermano, profesional de la salud y ser humano…. A veces peco de verlo como el niño dulce que nos deslumbraba con sus grandes ojos.


El anuncio de su boda fue recibido con alegría y poco de shock, porque again… ¿pero él no tiene como 15 años?


Dentro del azote de la realidad, un amigo -medio en broma y medio en serio- me comenta y me dice: “Lore, recuerda que cuando te fuiste para Nueva York, él todavía era un nene y en la distancia, lo seguías viendo de esa edad. Pero no. Ya no es un niño.”


Uf. Qué golpe. 


Sentí como si me hubieran tirado agua fría porque recordé que esa es la realidad de los que, por la razón que sea, nos hemos visto en la necesidad de salir a buscar los sueños. De los que han dejado el corazón aquí para vivir allá. Los que vimos, o los que continúan viendo a la familia cambiar a través de la pantalla de un teléfono. De las fotos. De los (benditos) Facetime. 


Perdemos todo eso cuando nos vamos. Lo que perdemos y no nos damos cuenta. Lo que descubrimos que perdimos en el camino, con los años. Perdemos ese día a día. Lo cotidiano. Lo normal. Lo de costumbre…y no nos damos cuenta. 


Yo perdí verlos crecer y evolucionar. Perdí mucho sí pero también gané otras cosas, otras personas, otros logros. La vida es así, perdemos para ganar. Sin embargo, lo que perdemos lo llevamos en lo profundo del corazón y es difícil de olvidar.


Si bien hoy me reúno con los míos para celebrar el amor con inmensa alegría, no puedo dejar que termine el día sin enviarle un abrazo solidario a los que están lejos de la familia, de los amigos, de su país. A los que tuvieron que guardar y empacar su vida en una maleta y emprender el rumbo. No es fácil y no lo será. Pero podemos. Siempre podemos. 


Lo bonito de esta vida y de este mundo es que, seguramente, nos queda mañana para recuperar el tiempo. Para intentarlo otra vez. Para construir nuevas realidades y soñar nuevos sueños.


El campo en Trujillo.
El campo en Trujillo.

 
 

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